No es ningún secreto que nuestros amigos pueden tener una gran influencia en nuestras vidas, tanto buenas como malas, y esas influencias pueden afectar todos los aspectos de nuestras vidas. Una nueva investigación dice que el impacto podría comenzar mucho antes de lo que nos damos cuenta: durante nuestros años de formación. Según un nuevo estudio, el mejor amigo de un niño puede influir en lo que le temen y en cómo perciben el peligro, lo que puede determinar mucho sobre cómo lo hacen como adultos.
Los miedos e incluso las fobias son comunes en los niños: todo, desde tener miedo a la oscuridad y tener que dormir con la luz de la noche, hasta temer a los payasos o tener ansiedad por estar separados de los padres. Lidiar con los miedos de un niño es una experiencia con la que muchos padres ya están familiarizados. Los niños a menudo pueden estar ansiosos por incógnitas o situaciones nuevas, como comenzar la escuela o tener una pijamada en la casa de un amigo. Lo que tememos, como niños y como adultos, se debe a una combinación de factores genéticos y ambientales. La mayoría de nosotros tenemos al menos un miedo del que somos conscientes (como las alturas), y muchos de esos temores pueden haber comenzado en la infancia, incluso si no recordamos un evento específico que los haya causado.
Los psicólogos en Inglaterra tenían curiosidad sobre si los amigos de un niño podrían tener un impacto en sus ansiedades. La investigación sobre las relaciones tempranas de los niños ha ayudado a psicólogos, padres y maestros a comprender cuán importantes son esas amistades tempranas para los niños. Hasta hace poco, no se había considerado realmente como una influencia importante en el desarrollo, pero esa perspectiva está comenzando a cambiar.
GIPHYLos investigadores de la Universidad de East Anglia querían entender cómo los amigos influyen en los miedos y las respuestas de miedo de un niño. Observaron parejas de niños que habían establecido amistades y querían saber si los amigos compartían los mismos miedos y si reaccionaban con los mismos comportamientos.
Los resultados de su estudio sugirieron que los miedos podrían transmitirse entre amigos cercanos, así como las reacciones a ese miedo. El estudio sugiere que a veces los amigos pueden, intencional o involuntariamente, estar "incitando" a los miedos, especialmente en entornos grupales (piense en contar historias de miedo en una pijamada o en un campamento de verano). Los niños entre las edades de 7 y 10 años tienen más probabilidades de recibir señales sociales de sus amigos, y su reacción inicial de miedo podría ser menos acerca de sentir miedo real, ya que está tratando de encajar con la multitud.
Un hallazgo especialmente interesante podría desafiar un estereotipo de género generalizado: en su estudio, los investigadores descubrieron que los niños tenían más probabilidades de tener miedo después de discutir un tema aterrador que las niñas. Pero los investigadores señalan que los niños pueden suprimir su ansiedad o inquietud iniciales por vergüenza, solo dejando que se muestre cuando lo hacen otros amigos. De hecho, los investigadores sugirieron que estas amistades cercanas que crean espacio para explorar los temores y la ansiedad podrían ser incluso más importantes para los niños que para las niñas (que no es tan probable que pretendan que no tienen miedo).
Las implicaciones de este estudio pueden parecer negativas al principio: que los amigos de un niño pueden tener el potencial de crear miedos y ansiedad. Pero los investigadores realmente esperan poder cambiar estos resultados y desarrollar formas de utilizar amistades cercanas como un medio para ayudar a promover buenas habilidades de afrontamiento. Dado que las respuestas y los comportamientos de un niño a los estímulos temerosos también fueron influenciados por sus amigos, los investigadores esperan que puedan ayudar a los maestros, padres y otros adultos que interactúan habitualmente con los niños a encontrar formas de hacer que esa dinámica sea de apoyo en lugar de habilitarla, una solución que no No solo benefician a los amigos cuando son niños, sino durante el resto de sus vidas.